Las disparidades de género —y las diferencias basadas en el género en cuanto a las probabilidades de que las personas experimenten una transición— son un aspecto clave del contexto socioeconómico que hay que comprender para garantizar resultados justos y diseñar un proceso justo e integrador. Muchas de las herramientas utilizadas en el análisis de género también adoptan un enfoque interseccional, que reconoce que las identidades múltiples y superpuestas de cada persona —género, raza o etnia, edad, (dis)capacidades, etc.— inciden en sus ventajas o vulnerabilidades relativas.
Un análisis de género comenzará por explorar cómo se distribuyen los riesgos y las oportunidades de la transición. La mano de obra que se ve expuesta a la pérdida de puestos de trabajo en algunos sectores con altas emisiones de carbono, como la energía y la minería, suele estar compuesta mayoritariamente por hombres, pero si los hombres pierden su empleo, eso puede transferir mayores cargas a las mujeres. Esto, a su vez, puede reducir el tiempo del que disponen las mujeres para la educación, para dedicarse a los negocios o incluso para acceder a los servicios sanitarios cuando lo necesitan. En ocasiones, el aumento del desempleo se asocia con mayores índices de violencia de género. Las disparidades de género también pueden afectar a la capacidad relativa de las mujeres para adaptarse a las nuevas condiciones. Las mujeres suelen constituir una parte importante de los agricultores y trabajadores agrícolas, por ejemplo, pero tienen muchas menos probabilidades que los hombres de poseer la tenencia de la tierra, lo que las hace más vulnerables a los cambios sistémicos.
Mediante un análisis de género también se pueden identificar oportunidades para corregir algunas de las desigualdades existentes —basadas en el género o en varios factores— a través del diseño de medidas que aborden las causas profundas de dichas desigualdades (véase el Módulo 4.2).
Por ello, es importante llevar a cabo análisis de género sólidos, específicos para cada contexto e interseccionales, que pongan de manifiesto los tipos y las causas de la desigualdad de género, y cómo influye en la forma en que se experimentan los efectos de la transición.
Los estudios sobre la desigualdad de género de base y la vulnerabilidad deben considerar indicadores como la participación en el mercado laboral local y el acceso a la educación, los servicios sanitarios, la financiación y los sistemas de protección social (véase el Módulo 2.2.6). También deberían desglosarse por otras variables sociales, como la edad.
Los estudios de antecedentes deben complementarse con análisis de género específicamente en relación con las transiciones. Esto se consigue integrando una perspectiva de género en los diversos análisis que se realizan al preparar estrategias de transición justa (véase el Módulo 3), como las evaluaciones de la dinámica del mercado laboral, los impactos económicos y las opciones de diversificación, los riesgos medioambientales y las prioridades de limpieza, y otras repercusiones sociales.
La ausencia de datos desglosados por género, especialmente a nivel local o municipal de los territorios afectados, puede limitar la profundidad del análisis de género. Por el contrario, procurar reforzar los mecanismos de recopilación y análisis de datos para aumentar la disponibilidad de datos desglosados no solo puede contribuir a una mejor planificación de la transición, sino también a su seguimiento y evaluación en el futuro.– such as assessments of labor market dynamics, economic impacts and diversification options, environmental risks and cleanup priorities, and other social impacts.